Estudios científicos han demostrado el poder terapéutico
y sanador de los gatos, afirmando que el simple hecho de acariciar a un gato
eliminaría el estrés y la negatividad, aportando calma y quietud, mejorando el
nivel cardíaco y contribuyendo a la salud física y psíquica del ser humano.
Con respecto al inconfundible sonido del ronroneo de
estos animales, que indica que el gato está en un estado de placidez (aunque
también puede indicar angustia, aflicción o dolor) se cree que es el resultado
de impulsos rítmicos hacia su laringe. Y la frecuencia en la vibración producida por el ronroneo
fomentaría la curación de los huesos y de los órganos del animal, explicando
por qué ronronean cuando están heridos. Lo increíble de todo
esto es que muchos sostienen que los gatos son capaces de traspasar esta
asombrosa capacidad curativa a los seres humanos que tienen cerca (por ejemplo,
cuando ronronean en el regazo de sus dueños).
Hay un viejo adagio entre los veterinarios que afirman
que si pones a un gato ronroneando en una pieza llena de huesos rotos, los
huesos se curan. He escuchado relatos de personas como José María Gimeno Borrás
que, supuestamente gracias a sus gatos ronroneando cerca de ellos, curaron
lesiones de sus huesos, tendones y ligamentos. Los mismos dueños de gatos
pueden atestiguar que cuando estas personas no se sienten bien o sienten un
dolor específico, los gatos a menudo se arriman a la parte de su cuerpo que
está dolorida y empiezan a amasar con sus patas, ronroneando y lanzando una
mirada meditativa en sus ojos. No tengo ninguna duda de que están tratando de
ayudar a sus propietarios.
María del Huerto Santana
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