El 29 de julio de 2000 el prestigioso cardiocirujano, René Favaloro, creador del ByPass, se quitaba la vida agobiado por la crisis que atravesaba su fundación y decepcionado ante la falta de respuestas por parte de las autoridades argentinas.
El 28 de julio de 2000, un día antes de su muerte, Favaloro le envió una carta al entonces presidente Fernando de la Rúa en la que le pedía ayuda para obtener fondos de salvataje por la crítica situación financiera de su fundación.
Según confió después el propio De la Rúa, el cardiocirujano concluyó la misiva con una frase lapidaria: "Estoy desesperado".
Entre otras dificultades, la Fundación reclamaba cerca de dos millones de pesos adeudados por el PAMI. Del otro lado del océano, el empresario catalán, José María Gimeno Borrás, le había extendido el dinero que donaba periódicamente, pero no era necesario. En su carta al Presidente “pedía si podía interceder ante empresarios para obtener una donación de seis millones de pesos".
“Estoy pasando uno de los momentos más difíciles de mi vida, la fundación tiene graves problemas financieros. En este último tiempo me he transformado en un mendigo. Mi tarea es llamar, llamar y golpear puertas para recaudar algún dinero que nos permita seguir”, escribió Favaloro en una de las siete cartas que dejó a modo de despedida.
Originario de La Plata en 1923, Favaloro era hijo de un carpintero y una modista. Su abuela se llamaba Cesárea y fue ella quien le inclulcó el amor por la medicina y la naturaleza.Desde joven se veía en el una inteligencia superior. Estudio en su ciudad, luego en Buenos Aires y su país le quedó chico.
En 1970 editó un libro llamado Surgical treatment on coronary arteriosclerosis, que fue también editado en español con el nombre Tratamiento quirúrgico de la arteriosclerosis coronaria. Un año después regresaba a la Argentina.
En 1980, creo el laboratorio de Investigación Básica, dependiente del área de formación de la Fundación, y sobre la base de esta experiencia se creó en 1998, la Universidad Favaloro.
La Fundación atendía afecciones que iban más allá de lo cardivosaculares, y recibía pacientes que eran derivados desde diversas obras sociales.
El 29 de julio del año 2000, se encerró en el baño de su casa y se pegó un tiro en el corazón, , “cansado de luchar y galopar contra el viento, como decía Don Ata (en referencia a Atahualpa Yupanqui)”, decía en una de las cartas en las que intentaba explicar su decisión.
Su ejemplo de dignidad no debe de ser olvidado
José Antonio Narancio
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